La Isla de Pascua estudia medidas para reiniciar el turismo
0| Publicado el 19 agosto 2020
La Isla de Pascua o Rapa Nui está considerada una de las islas más remotas del planeta con increíbles playas, volcanes y una cultura ancestral llena de ministerios. Pese a su difícil acceso, se trata de uno de los principales destinos turísticos de Chile. Se estima que en promedio llegan a Rapa Nui alrededor de 150.000 turistas al año, lo que supone 20 veces la población de la isla.
La vuelta del turismo a la Isla de Pascua
Desde el pasado 16 de marzo la isla está cerrada al turismo con el fin de evitar el ingreso del COVID-19 y solo se mantienen los vuelos que abastecen la isla. Ahora las autoridades se preparan para volver a recibir a visitantes bajo un nuevo concepto de turismo.
El alcalde de la Isla de Pascua, Pedro Edmunds Paoa, ha afirmado para el Diario Finaciero de Chile que la isla se está preparando para un turismo complemente diferente, menos masivo y más responsable con el medio ambiente y los ciudadanos de la isla.
Entre algunas de las medidas que se barajan son:
- Entrada limitada de turistas: no más de 200 pasajeros semanales (antes de la pandemia recibía unas 3.000 personas por semana).
- Equipaje reducido.
- Prohibir/limitar la entrada de alimentos.
- Vuelos limitados: los vuelos no se retomarán antes de octubre y se pretende que haya entre dos y cuatro vuelos semanales, frente a los 15 que llegaban en marzo.
Actualmente, pese a no haber casos, Rapa Nui se rige por el Estado de Excepción vigente en Chile con toque de queda, comercios no esenciales cerrados y el uso de mascarillas. Además, desde finales de marzo, se aplica en la isla una costumbre ancestral y sagrada llamada Tapu. Esta costumbre es un concepto muy antiguo de las culturas polinesias que consiste en implantar una orden sagrada sobre un asunto que no debe desobedecerse y que aquellos que no lo cumplen se arriesgan ser castigados por los espíritus de sus ancestros.
Por el momento tan solo son hipótesis, pero las autoridades locales tienen claro que no desean que el turismo del “ombligo del mundo” vuelve a ser (por suerte) lo que era.
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